El brillo al entreabrirse la puerta, me dijo que habían llegado. No era histeria colectiva, ni fantasía de locos aislados... estaban ahí. No
importaba qué hicieran conmigo; si estaba destinado a ser víctima de sus
experimentos, o huésped en un improbable contacto amistoso; daba igual: Para
ellos tal vez fuera sólo un espécimen, pero mientras la línea luminosa se
agrandaba, dejando ver sus siluetas tantas veces presentidas en sueños, sentí,
embargado de una emoción indescriptible, que estaba dejando de ser un peón
descartable en el juego de la vida, para transformarme simplemente, en El
Elegido.
(Pensamientos de un ratón)